ENSAYO SOBRE EL COLOR BLANCO (2ª PARTE)
“Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.” Comenzamos la segunda mitad del artículo sobre los trabajos de José Saramago Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez. Si la primera parte consistió en examinar su superficie, ésta será la inmersión en las profundidades de estas dos obras.
Tal y como expusimos en el artículo anterior, los infectados de la epidemia de Ensayo sobre la ceguera quedan afectados no por una invidencia que los deja en la oscuridad, sino por una que les hace ver todo blanco. Con esta diferencia el autor subraya que los habitantes de la ciudad siguen viviendo en la claridad, como si siguiesen sanos, aunque sin poder ver. Entonces, la alegoría de la ceguera blanca denuncia el comportamiento de la sociedad; que, a juicio de Saramago, es egoísta como los contagiados de su narración.
Para conectar las dos obras, aclararemos que la ceguera y la lucidez han tenido una larga trayectoria en la literatura occidental y que los dos conceptos suelen aparecer relacionados. Por ejemplo, el adivino ciego Tiresias aparece en la Odisea y es un personaje habitual en las tragedias griegas como consejero de los protagonistas.
Una vez dicho esto, llegamos a Ensayo sobre la lucidez, que relata los sucesos que ocurren después de unas elecciones en las que la misma ciudadanía vota en blanco tras haber recuperado la visión. En este segundo libro, la sociedad ficticia es perfectamente capaz de organizarse ante el abandono del gobierno, por lo que el autor resalta la sensatez perdida durante la alegoría de la primera narración. Teniendo todo esto presente; Saramago elige el color blanco como protesta contra las autoridades de la ciudad no tanto por su valor como voto, sino por su representación cultural del pacifismo.
Por Miguel González
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